Pintar las paredes del piso en Barcelona

El otro día mi pobre marido (y que no tiene ni idea de pintar) se empeñó en pintar paredes en nuestra casa, ya que según él, lo haría mejor que cualquier otro pintor profesional. Resultado: pintura goteando por todas partes y yo prácticamente intoxicada me tuve que salir a escape al balcón. Antes de emprender una hazaña de este tipo, y sin tener ni idea, es mejor llamar a un profesional, le informé entre lágrimas de asfixia a mi marido. Al final cedió y llamamos a un pintor cualificado para arreglar semejante desastre.

Cuando por fin apareció la salvación en forma del pintor, mi marido se fue, ya que le daba mucha vergüenza el estropicio tan grande que había armado. Nada más entrar por la puerta el pintor arrugó la nariz, pero no dijo nada. Entre él y su ayudante evaluaron el alcance de los daños y me dieron un presupuesto, que para pintar piso Barcelona (que es donde yo resido) no era muy caro. He jurado que mi marido nunca más tocará las paletas, aunque para ello tenga que esconderlas todas.

El pintor y su ayudante se pusieron manos a la obra. En primer lugar quitaron toda la pintura con una solución líquida y después secaron las paredes con un aparato especial que llevaban en el maletín. Seguidamente empezaron a pintar (por suerte con una gran profesionalidad) y me solucionaron el problema en unas pocas horas.

Cuando se iban, el pintor me dijo entre risas que no me preocupara, que se había encontrado con personas tan “hábiles” como mi marido a lo largo de toda su trayectoria profesional y que ha tenido que reparar un montón de desastres. Este post viene con la siguiente moraleja: mejor un pintor profesional aunque sea caro, que un marido chapuzas que no hace más que aumentar la factura de reformas de la casa.

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